jueves, 2 de abril de 2009

CUENTO: "EL HILAR"

EL HILAR
Una luz muy bella, inesperada y fraudulenta, ha besado mis ojos que dormían plácidamente en una sábana de arena pulida que el tiempo intenta darle sabor a cristal. Entre parpadeos ligeros y confusos, tambaleantes y nerviosos, se acostumbraban a esa luz que me invitaba a levantarme y ver lo que en esa mañana había dejado la lamida contagiante de ese gran vacío que existe entre los ojos sin luz.
Me levanté, y vi sin disturbio que tres sonrisas me vestían de su gracia, se confundían entre mis parpadeos, entre lo real y el sueño que me acarició aquella noche.
Sonreí, me quité la fantasía de un estirón que me devolvía al mundo del hombre; me di cuenta que estaba con un ropaje negro, no un negro acostumbrado, era de un vacío, estaba vestido de universo, de religión, de ojos abiertos, sin nada dentro.
- ¡Estás listo hermano! - una de esas sonrisas me sacó del aturdimiento, las vi, eran tres seres que no me incomodaban, ni me pregunté de donde habían salido.
Una de ellas, la mayor, que me llamó hermano, se acercó a mi; era una anciana; me repetía si estaba listo - ¿Hermano? Porqué me dices eso si no te conozco, no se quienes son - ¡Ay hermanito! Estás tan contagiado de humanidad que no sabes ni quien eres; gesto de hombre…Yo soy menor que tú, pero nacimos juntos cuando diste tu primer pensar, ¿Lo recuerdas? Fue ahí que te apartaste de los demás. Soy yo la que llevo este hilo que he dedicado para ti -. Viéndolas me volví “yo”, tan lleno de mi cultura, no entendía nada; mis ropas me pesaban, mientras más trataba de entender, mis ropas expedían un olor horrible, a ciencia, a verbo… Todo se volvía confuso, tanto que mi cama me invitaba a dormir, era ahí que estaba más tranquilo, sin ver, oler, sentir o pensar. - ¡Ven mi querido hermano! - hablando esto se acercó a mí la que se mantenía callada; vi sus ojos, me sumergí en ellos y vi a mi madre, a mi Luna, a mi llorar.
- ¡Quítate esa vestimenta! Ya no sirve, debes recordar que somos hermanos- Diciendo esto, las tres mujeres me rodearon y me quitaron las ropas vacías. Desnudo, sin vergüenza alguna, me sentí libre y mis ojos se abrieron más, vi todo y no era un todo, lo que era, era mucho más, entendí que era el tercer amanecer, lo entendí todo.
- ¿Estás listo? Toma esto y vuelve a vivir. Hoy nos ayudarás a tejer un cordón de luz y de colores, está incluido el color del olvido, de la fe, del vacío y del todo. La unirás con este cordón que nuestra hermana la hizo de tus lágrimas mientras estabas durmiendo en el mundo de los hombres… - Entusiasmado por todo esto, tomé los hilos y las amé, reconocí mis lágrimas, mis alegrías y mi vacío, todo estaba ahí. La anciana sacó de entre sus ropas viejas un pequeño objeto que al ponerlo en el suelo creció hasta mi parecer. Era un hilar, uno de oxidada alegría, de mundo y de cabellos del tiempo.
Me senté en ella y todos sonreímos – Es tu turno hermano, no temas, no todos pueden hacer esto, sólo algunos nos han ayudado; nosotras te guiaremos hasta que te des cuenta de que tu solo lo puedas hacer. Está en ti, lo que nosotras queremos aprender-.
Pensé, y acomodé los hilos que me habían dado, debía continuar un cordón que las mujeres habían tejido; al ver aquella hermosa obra, vi el mundo, lo que está y lo que fue, pequeñas hebras que se salían por el tiempo. Me fijé bien y empecé a obrar, las uní, fue extraño, vi a mi madre sonriendo a mi padre y me sonrojé…Entendí y con tal fluidez comencé a tejer aquel cordón de colores que combinada con otros hilos del vivir.


(Setil de Bargam)
(11/06/2006)

"SUEÑOS Y RECUERDOS"

ENTRE CADENAS Y RELOJES
Eris, cautelosa, se internaba entre calles que la tragaban con sus recuerdos, le enamoraban con su silencio frágil, triste y perdido. No iba sola, llevaba en sus brazos a su pequeño hijo, sin voz, víctima de un tictac que a su madre perseguía. Se dirige a una reunión muy importante. En ella están sus padres que la esperaban para seguir con la cadena de la rutina; ya se habían puesto sus cadenas, estaban felices con ella, se sentían tan hombres llenos de cultura, sólo les faltaba el reloj en la frente y su cruz que colgaba de ella.
Al llegar, la puerta no quiso morderla y sólo le tragó las virtudes que el hogar y el colegio le habían dado en su diploma de esperanzas. Se sujetó por un momento de la verdad, dudó tardíamente de ir a ponerse sus cadenas. Miró a todos y ellos la miraron y, ya era tarde, ella era parte de ellos. Se unió con una sonrisa que se alimentaba de otras que tenían sombras. Ya todos estaban acomodados para gritar el gran tictac. Estaban también los padres de Daril, con unas benditas que tapaban los huequitos de sus mentes, pues era Daril quien había sido expulsado de la junta por picárselas con agujas de luz.
Al verlos, Eris se volvió pálida, encontrada tan ella, tan madre sin diploma. Estos la conocían, por lo menos en algunos holas que nacían entre los abrazos de Daril. Ambos tenían en común un amor que sólo atarían en secreto, por ello, trató de esconderse, de no ser ella, de no ser madre y olvidar su sudor.
Fue entre rumores ante sus padres, tragó un puño de saliva y les encargó a su hijo. Se acercó hacia los padres de Daril para saludarles, pero le miraron perdidos, miraron sus manos y le preguntaron sobre aquel niño. En ese momento, las cadenas rugieron de rabia, la puerta intentaba vomitar y estremecer todo. Era Daril que entraba a la reunión, traía sus agujas de luz; las manecillas de los relojes se marchitaban mientras avanzaba.
Todos le miraban, sus amigos del brazo izquierdo se incomodaban y lloraban de rabia.
Se acercó hacia Eris y ante el pasmo de todos, la abrazó; ella intentaba morirse envenenada de ojos. Estos empezaron a arder, hervían y se amotinaron contra estos dos amantes. Ambos huyeron vomitados por la puerta que se sintió aliviada al verlos correr.
Mientras lo hacían, las calles se intimidaban y no soportaban aguantar el secreto y gritaban que los asesinos de cadenas estaban entre sus piernas.
Corrían y no se cansaban de lamer al suelo distante, se detuvieron y cerraron la puerta, decidieron esconderse en un cuarto que recibía a jóvenes amoríos para darles clases de vida. Buen maestro para hacerles llorar. Se miraban y se amaban, sólo sus pechos sentían la culpa, estaban tan ellos y sin saber que hacer.
Luego de unos momentos de amor en silencio, unas voces con eco de cadenas se aproximaban, seguramente las calles no aguantaron el chisme y los trajeron.
Toparon la puerta y ésta se asustó, pues esta no se tragaba las virtudes, era bondadosa y fingida. A golpes entraron, Eris se escondió debajo de la cama y dejó a Daril en la guerra del reloj. Un gran estallido de riñas se apelaban en el pequeño cuarto, aquel niño lloraba jugando con unas manecillas y ésta le decía que muy pronto vendrá mamá.
Eris escuchaba todo debajo de la cama, no lo soportaba y lloraba, observaba como danzaban los pies angurrientos que olfateaban su seducción. Al no aguantar más la presión, salió con un grito de paz y con bandera blanca para parar aquel litigio.
Abrió bien los ojos y todo estaba en silencio, la puerta abierta dejando entrar a la noche para la cena; miró hacia la calle y no había nadie, entró al cuarto, cerró la puerta y sólo estaban ellos, amparados por la nada, escuchando un ligero sonido de cadenas que caían hasta el suelo y que colgaban de sus manos, ¿Qué pasa Daril?, preguntó sin verlo, sólo observando la puerta que amenazaba con volver a traer al odio. -¡Te amo!- le respondió mientras sus manos le besaban el cuello y su brazo le seducía amores mientras con un soplido al oído, sintió que un puñal le atravesaba por la espalda y amorosamente iba cayendo entre los abrazos piadosos de aquel hombre que lucía unas hermosas cadenas de oro enmohecido.
-¡Te amo!- le decía mientras suspiraba. Eris quedó tendida en el suelo y de aquel cuarto salió aquel hombre con un bebé en brazos, llorando, besándolo y alejándose de aquel lugar.

(Escuchada el 14/04/06 – escrita el 12/07/06) Setil de Bargam.

CUENTO:

UN MITO DE CREACIÓN

¡Hermano! ¿Ya lo hiciste?... Espero que esta vez te haya salido bien. Ya has dado hasta tu imagen que lo han convertido en el afán de superar tus imitaciones que son ellos mismos. Porqué no me dejas ayudarte en tus intentos; mira que a mi me salió muy bien y los que me diste están maravillados pensando que aun son tuyos.
- ¡Ya lo hice!... Mira, no entiendo… Sale igual; todo va bien pero al ponerlo entre todos se vuelven a destruir. Fui ante ellos e intenté decirles que vayan al tuyo pero diciéndoles que era mío. ¿No quieres sentir lo que es estar ahí?... -
Está bien, lo haré… ¡Uhm!... ¡Pues sí!... ¡Vaya!... Mis manos están que intentan sacudir todo esto.

-¿Lo viste?, ¿qué sentiste hermano?-.

Me dio el placer de vivir en un hogar de nuestra casa, tanta variedad de flora y fauna, de misterios e inocencias. Pero más tuya como lo he visto, ¡Ay hermanito!, si que te pasas de veras.
Estábamos jugando como siempre en la parte trasera de nuestras casas; antes era el pulmón de toda tu creación, era la esperanza que cobijaría la sequedad del mundo, pero nadie hizo nada y sólo depredaron; lo dejaron como un caño sucio, fétido y horroroso; pero ahí jugábamos como era de costumbre, las últimas partes aun buenas que quedaban nos eran vetadas, prohibidas y sólo los que tenían el poder de la tierra lo usaban y eran dueños de lo que antes era nuestro. Era de noche. ¡Volviste a nacer ese día! ¡No aprendes! Pero ya que más daba; le diré a papá que te de una buena charla sobre como hacer esto. Te matas con lo mismo.

Con unos amigos jugábamos a reventar cohetes, ¡Ah!, me tomé la molestia de encerrar todo aquel lugar en una esfera verde.
Nos divertíamos jugando a eso, nos reíamos a carcajadas entre reventones y luces que se esparcían por todas partes. Todo iba muy bien, pero el olor era insoportable, por todos lados se veía el desastre, les fue dado lo mejor de la vida, tuvieron el agua dulce y lo tuvieron en abundancia y lo destruyeron, se pelearon por el y vi que llegó un día que desapareció, envejecían rápidamente y se quedaron sin animales y el hambre los rodeó después de haber tenido la abundancia. Lo que un día fue su sustento de vida, por sus actos e imprudencias lo cambiaron todo. No parecía ser parte de lo que un día creaste, la cara estaba linda, llena de avances tecnológicos pero con los pies malolientes; el agua era turbia, contaminada, y nadie hacía nada, yo estaba contagiado de hombre.

Sin darnos cuenta, el juego se volvía aburrido, monótono y parte de nosotros; pero de un momento a otro, vimos que una mujer se acercaba caminando entre la basura, era una loca que buscaba algo entre toda esa pestilencia. Dicen que era una vieja ideología que terminaron callándola por un tal corrupción. Estaba vestida de trapos viejos y pegado a su ropa estaban hojas de libros que le daban muy mal aspecto.
Al verla, ahí, tan ella, nos invadió la cultura, se nos ocurrió una idea que nos hizo disfrutar el momento. Con las avellanas que teníamos a la mano, quisimos hacer correr a esa loca. Le apuntábamos pero a pesar de que reventaban tan cerca de ella no nos hacía caso.

Nos reíamos a lo grande, pero en uno de esos reventones vacilantes, una de las avellanas le dio en el cuerpo y empezó a arder, se incendiaba ante nuestros ojos que se quedaron inmutados al presenciar nuestro ingenuo dictamen, un juicio social mientras que ella no decía nada, prefería buscar entre la basura; pero de rato en rato se miraba, pero seguía buscando.
Nadie decía nada, sólo observaban como si nada pasara. Nos mirábamos y no teníamos idea de que hacer. ¡Es sólo una loca! ¿Para qué?... Decían.
No me contuve, los miré y dicté, corrimos hacia el caño sin importar el mal olor y la suciedad. Con esa misma agua lodosa le echábamos al cuerpo hasta que la pudimos apagar, pero ella no dijo nada y siguió buscando.
La mirábamos sin cansarnos; luego de unas vueltas de mi reloj, nos miró y sonrió, y sin dejar de hacerlo nos dijo que había encontrado lo que andaba buscando. ¡Ayúdenme! ¡Caven! Que es aquí donde se encuentra la felicidad.
Todos se asombraron y no hicieron nada; yo lo entendí, los miré y dicté. Todos corrieron a sus casas para traer palas y escobas para limpiar el lugar.
Trabajamos juntos y luego de algunos esfuerzos, el olor se perdía y se marchaba llorando. Lo limpiamos todo, varios soles pasaron y no descansamos, pues los miraba, les sonreía y cantaba.

Cuando todo estuvo listo, limpio y nuevo, miramos a la mujer y le preguntamos por la felicidad… ¿Dónde estaba?...No veíamos nada más que tierra libre y no entendíamos lo que habíamos hecho.
La mujer loca, te miró haciendo muecas, se reía a carcajadas y abrazándonos nos dijo muy feliz… ¡Ya todo está para ser felices! Ahora sólo nos falta soñar. ¡Acuéstense! ¡Duerman! Que mañana será un buen día… ¡Sueñen! Que el trabajo ya está listo.
Miré a todos y dicté, nos pusimos a dormir en ese mismo lugar. Al despertar, nos dimos con la sorpresa de que todo era diferente, era soñado, bellísimo y tan nuestra casa, invadido por algo parecido a nuestras manos. ¿No fuiste tú verdad?
Recorrimos todo el lugar que se había extendido y roto mis barreras. Todo era felicidad, orden, armonía y no faltaba nada.

La mujer, había cambiado, era bellísima y estaba con un vestido blanco como el nuestro. Yo estaba muy satisfecho, salí a caminar entre los árboles, entre ramas y follajes, y lo que un día llamaron amazonas volvió a resurgir, llamado por el grito de sus hijos, de un niño que soñó decir: ¡Basta! y no contaminaron más…Vi que los animales salieron de sus agujeros y volvieron a vivir en paz, ya eran parte de nosotros.
Fue entonces que decidí volver, sin ese show como tú lo hiciste; pero cuando me proponía a hacerlo, un ingenuo lorito se acercó a mí y se olvidó de su felicidad. Comenzó a llorar y me abrazó pidiéndome que no me vaya…- No será lo mismo sin tus ojos que dictan - Me dijo el lorito resignado a seguir llorando.
Lo vi, era tuyo, no quise quedarme más, pues entendí que el destino iba a seguir, a seguir siendo hombres y nosotros la imagen de ellos.

MICHEL BARDALES GARCIA

UN ABUELO ENCONTRADO

A UN ABUELO QUE SE FUE

¡Al fin te encontré! Tanto tiempo buscándote y dando vueltas que ni me imaginaba que estabas aquí. Debo suponer que mis recuerdos estaban errados, muy diferente a como estás ahora. Creo que todo sucedió cuando mis ojos eran pequeños y tu mundo era el de los gigantes, de las voces que matan fantasías y del silencio que te sumergía en tu abandono y en las purgas que te hizo quererme cuando ya era tarde para un abrazo.
Hace unos días recordé que debía mi vida a una búsqueda, recuerdo que te lo prometí cuando de niño me impidieron quedarme para verte un poco más. Estaba seguro que recordando todo al detalle te iba a encontrar.

Hace unos días recibí una carta de una muy querida amiga, era una súplica de un abraso distante. Pero anteriormente recibí otras cartas donde me comentaba el estado de su abuelita que estaba muy enferma y lo mucho que la quería.

En esta carta lo que más resaltó para responderla fue algo sencillo de sentir, que hizo recordar aquellos momentos que nunca he podido olvidar…

“... No sabes como me siento, ayer la atendí hasta el último suspiro que ella dio mientras le cantaba la misma canción que ella me cantaba desde que era niña; vi su rostro y conté cada lágrima que se escapaba de sus ojitos casi cerrados. La cuidé a cada momento y le di mi amor hasta el último de sus suspiros; y por eso me sentí muy bien por devolverle todo el cariño que me dio estando siempre a mi lado. Pero debo decir que me dolió el alma porque la vi agonizar, no sabes cuanto me partió el corazón por lo doloroso que es verla en un cajón después de haberla visto una mujer fuerte que no sabía estar sentada, siempre preocupada por nosotros; ella lloraba por mi cuando me enfermé gravemente y ahora verla así me da tanta pena, espero que me respondas, tus palabras me harían mucho bien...”

Con estas palabras recordé lo que pasé hace mucho tiempo, cuando era un niño, cuando mis tintas recién se alistaban para crear mundos que dormirían en un papel.
Sin ninguna demora, al no poder ir hacia ella, le escribí una carta donde le comenté lo que me pasó aquella vez y como lo recuerdo para sentirme bien.

“…Me entristece todo lo que te está pasando… Espero que te repongas y sigas tu camino con la mirada en alta… Sé como te sientes… de veras que lo sé, es muy doloroso, pero los recuerdos bonitos nos hacen sentir mejor por que sabemos que ellos ya estarán descansando de todo dolor y ahora estarán en paz…

Te digo que sé lo que sientes, pues pasé lo mismo que tú, y son dos veces que mi corazón lloró su pena en silencio, pero lo tuyo me hace recordar lo que me pasó hace muchos años cuando tenía unos nueve años de edad, lo recuerdo muy bien, así como también a mi hermana…
Recuerdo que los mayores de nuestra familia no nos dejaban estar en el cuarto del abuelo y verlo agonizar, nos sacaron sin importarles que escribíamos en nuestros corazones. Ahí estaba mi abuelo, recordándome que no me quería, que me trataba mal cuando mi voz le buscaba entre su descanso…nunca recibí un abrazo y un te quiero de él, sólo sus regaños y su interrupción constante a mis sueños. Pero a pesar de cómo me trataba, no perdí la esperanza de que algún día me quisiera como quería a sus demás nietos. Al ver que ya dejaba la vida, me sentí muy triste pues una parte de mis sueños de amor se iban en su mirada fría. Pero no me detuve para soñar, yo lo quería, y sin importar lo que me prohibieron, entré a su cuarto y me puse frente a él; y estuvimos juntos en el cuarto que hoy es mío. Era el mismo pero con sus ojos llorosos viéndome; le tomé de las manos y le dije que lo quería y que si quiere puede regañarme desde arriba. Le sonreí y sus manos temblaban, me miró llorando, lo entendí mientras enmudecía. Me pidió disculpas y me dijo que me quería, lo sentí; se dio cuenta que hizo mal y que aun tenía la oportunidad de ser buen abuelo… Y lo hizo, desde ese día, empecé a quererlo más y a extrañarlo; y por eso mi gran búsqueda cada vez que voy al cementerio es encontrarlo… No sé donde lo enterraron, fui a su entierro, pero no recuerdo bien donde está su nicho…Pero sé que lo encontraré algún día por mi mismo…

Después, me sacaron del cuarto, ya mi abuelo estaba en sus últimos suspiros de vida, en un descuido, con mi hermana, nos metimos al cuarto y nos escondimos debajo de la mesa, tapándonos con el mantel… Fue ahí que escondido mirábamos todo, la tristeza de mi padre y la de sus hermanos al ver que su padre se les iba… lo observé firmemente debatiéndome con mis lágrimas, vi el último suspiro de mi abuelo y como mi padre lo abrazo y lloró, lloré junto a mi hermana; pero luego, mi padre dijo, la vida sigue, papá ya se fue y él va a querer vernos desde arriba que sonriamos y busquemos nuestra felicidad… Vi como lo ponían en su ataúd…Mi padre hasta los últimos momentos, no dejó de hacerle reír a su padre; le sonrió y dijo: “Papá, aquí está tu chompa, te va a dar frío en la noche y mira que vas a estar arriba y corre más viento…” mi papá sonrió, al oír eso yo sonreí y me di cuenta, que no hay que ponerse triste, hay que recordar a nuestros seres queridos con alegría, pues a ellos no les gustaría que suframos…

Ves como sé lo que sientes, y tu deberías sentirte mucho mejor, pues tu abuelita fue muy buena, sabes que ella ahora está en un lugar mucho más bonito donde será feliz por siempre y te estará viéndote y cuidándote y por ahí animándote a que seas feliz…

No lo olvides… Desde arriba, está tu abuelita que te cuida; y en esta vida, están tus padres, tu familia y tus amigos que te quieren tanto y que uno de ellos te da un consejito para ser feliz…”

Después de enviar esa carta, recibí en ese mismo día su respuesta que era muy linda de palabras y sentimientos. Desde ese suceso recordé lo que me había propuesto y que había dejado atrás la promesa que un día hice cuando estuve en este lugar cuando de niño prometí que vendría a buscarte guiado por el amor de mis recuerdos.
Por eso vine estos últimos días a este lugar, recorriéndolo y preguntando a todos si me recuerdan y si aun estabas aquí. Hoy vine a ver a mi hermana, ella está junto a mí, como aquella vez que te vimos partir solo; pero hoy vine con mi hermana para que te tome de la mano y vayan juntos al lugar donde al fin me darás ese abrazo que nunca me pudiste dar.

(27 de junio del 2007)
(Setil de Bargam)

martes, 31 de marzo de 2009

EL ESPEJISMO DE LOS SUEÑOS

…El Amor y los Cuatro Espejos de la Locura.
(Segmento de “El Espejismo de los Sueños)

Después de ver un universo en tus manos,
mil reflejos me envolvieron con su misterio.

En un espejo me vi retratándote,
en contra de la voluntad de mi destino.

Ungí mis sueños y los confundí
para que sin previo aviso
mis ecos los pudiesen romper.

Sucedió de tal manera que aquel espejo
se rompió en cuatro partes
que encerraron al miedo
de recordar tus lindos ojos orientales.

Por ese miedo,
me aferré en los mantos de la locura.

Me encerré en ella,
pensando que en sus sombras
tu mirada no me iba a encontrar.

La locura partió mis ojos y el alma en cuatro partes
y los repartió para que el eco de tu voz
no me volviese a descubrir.

Estando un tiempo los recuerdos en calma
y los espejos con su esencia en equilibrio,
se supo por otro sueño
que el eco de tu voz se aproximaba rápidamente
a interrumpir la soledad de los cuatro recintos de la locura.
se venía con tu imagen
que llevaba esa linda mirada de tus ojos orientales.

Con lazos de blanquísimo color,
entraste a un primer espejo
donde cada parte de sus reflejos
se conmovían al ver que en ella entraba
la musa que daba vida a los espejismos.

En aquel espejo se encontraba un niño
que al verte sonrió
y empezó a jugar a las escondidas.

Tu imagen era noble
y le seguiste el juego hasta encontrarlo.

Le sonreíste y él te devolvió la sonrisa
con un abrazo y un corazón de papel.

Entre ese artificio de su sentimiento,
se acercó a tus ojos y escribió en ellas
que muy pronto soñarían juntos
en una sombra ilustre de la Luna.

Con aquel detalle de su inocente amor,
te tomó de las manos
y sonriéndole a su mundo
decidió ir contigo
hasta el segundo espejo de los sueños.

En aquel espejo,
desde el principio de sus opacos brillos,
encontraste sólo destrucción
y el eco profundo
que emanaba el llanto
de las flores marchitadas.

En aquel instante,
el niño te abrazó y te dijo
que un Ogro malo había invadido una parte del amor.

Lo destruía todo con sus palabras
y hasta sus risas eran el eco perverso
que destruía a todo intento de expulsar a la soledad.

Miraste al niño y tu gesto amable
le dio aliento para seguir el camino
hacia el punto más exacto
donde estaba escondida la luz.

A lo lejos de un horizonte vacío,
el enorme Ogro sintió que cruzaban sus dominios,
y llenándose de ira
corrió hacia ustedes con tanta fuerza
que estremeció cada parte de mis sentidos.


El niño al ver esto,
ingenuamente tomó un acto de valor;
y poniéndose delante tuyo,
dijo asimismo que te protegería
porque tú eras su única razón.

Estando listo para esa desigual batalla,
el niño te miró y grabó en su corazón
cada detalle de tu mirada
y volviéndose a la lucha
gritó tu amor
mientras que el ogro corría a su encuentro
y darle fin a esa ingenuidad…

Pero algo pasó:

El tiempo se detuvo
conmovido por una lágrima tuya.

En lo más alto de este espejismo,
un reloj de arena
observaba lo que pasaba
y conmovido por la acción del niño,
dio vuelta su enigma
y todo lo existente en ese espejo
comenzó a temblar y la tierra
se partió para tragarse al Ogro
que había ofendido a la musa.

Todo el ambiente era confusión
y el Ogro rugía
confundiendo el aire con su odio
envuelto en el miedo de verse atrapado
y arrastrado hacia las profundidades
de la tierra.

Este intentaba sujetarse de unas raíces
que ellas mismas se negaban a darle ayuda.

Sin tenerlo previsto,
los ojos del reloj se detuvieron
por la extraña confusión
de tus actos…

Mezclando una sonrisa con una lágrima,
estabas caminando hacia el Ogro
que estaba por ser tragado por la tierra;
le miraste a los ojos
y una lágrima tuya le cayó
en el alma que se movía confundida.

El Ogro
al verse atrapado en el misterio de tu mirada,
dejó de rugir y bajó su semblante
para exclamarte tu perdón.

Haciendo lo mismo,
se acercó el niño
con una cuerda y juntos
sacaron al Ogro de su fatal destino.

Esta criatura,
al verse sometido a tus encantos,
te juró lealtad y decidió acompañarte
al tercer espejo de la locura.

El Ogro los llevó entre sus hombros,
e iban felices porque el amor
iba conquistando los dominios de la soledad.

En el tercer espejo,
encontraron un mundo de luces, signos
y un bosque lleno de misterios.
Y en lo profundo de sus voces,
se escuchaban las risas burlonas
del Mago Bufón.

Mientras andaban entre ese bosque de misterios,
aquella risa los envolvía
y jugaba con ustedes
tratando de confundirlos
con sus bromas.

Ni fantasmas ni espejismos vacíos
los hicieron retroceder en aquella aventura.

Y al final de todo el camino,
estando cerca de un pozo de madera…
Desde sus profundidades
salió entre chispas el Mago Bufón.

Los miró y se acercó ante ustedes
y con tal delicadeza te entregó galante
una hermosa rosa que tenía encima
los aromas del amor.

Con un lindo gesto de tu mirada
le aceptaste tal regalo
y con todo tu encanto
oliste su aroma y te la pusiste entre tus cabellos.

A este acto tuyo,
el Mago Bufón
se quedó sorprendido.

Miró la rosa y esta misma ante todos
manifestó su lucha y decisión.

El Mago Bufón le había destinado
que ella sería una rosa que haría explosión
al momento de oler su delicado aroma.

Pero viéndose en presencia tuya,
fue incapaz de aceptar tal cargo de maldad,
y asumiendo que tú eras su destino
olvidó todo aquello
y gustosa prefirió dar su aroma
y posarse entre tus cabellos.

A tal actitud,
el Mago Bufón
miró tus ojos y vio la razón
por la cual estos seres
cruzaban los espejos de la locura.

Sonriendo galantemente,
te besó las manos
y alegremente decidió
que viajaría contigo
hasta el cuarto espejo
que esperaba tu llegar.

Fue entonces
que consumidos por tu mirada
llegaron juntos al último de los espejos.

En ella no existía la luz,
y todo era brumas y completa oscuridad.

Al ver toda esta desolación,
el Mago Bufón
extendió sus manos
y elevándose sin dejar de mirar tus ojos
se convirtió en una estrella
que subiendo hasta el cielo
dio una hermosa luz
a todo ese mundo que había sido olvidado.

Estando ya la luz iluminando
el aun desconocido camino,
se encontraron frente a un abismo
que impedía seguir su destino.

Viendo que esto los demoraba,
el ogro extendió su cuerpo
de extremo a extremo en el abismo.

Y una vez puesto en esa posición,
dijo adiós y sin previa indecisión
se convirtió en un puente
que los dejó cruzar.

Seguiste el camino tomado de la mano
con aquel niño que te era fiel sin condición.

Siguieron su rumbo
hasta llegar a un castillo de arena
que esperaba pronto tu llegar.

Entrando en ella,
encontraron nada más que un vacío.

El niño te abrazó amorosamente
y llorando se apartó de ti
para ir al centro del castillo vacío.

Estando en ese espacio,
el niño empezó a cavar un pozo
y con sus lágrimas y cuerpo mismo,
hicieron nacer el fondo
del famoso pozo de los deseos.

Al ver esto,
te acercaste a ver lo que había en el pozo:

En ella notaste que el cielo era un enorme espejo
y tú eras parte de ella.

En el fondo de ese pozo,
notaste que en ella se daba otra aventura.

Viste en sus fondos,
a un poeta que observaba las aguas del mismo pozo.

Al verlo, fijaste tu mirada
y le obsequiaste tu más bello gesto
que llegó hasta sus ojos
para darle una imagen a su deseo.

Viste que aquel momento era el principio y el final
de toda una aventura
que muy pronto nacería
al saber que en ambos mundos
había un solo espejo
que nos llamaba para crear
un mundo de sueños y de amor.

(Soñado y escrito en una mañana lluviosa del 20 de noviembre del 2006)

Setil de Bargam

A LA MUSA DE LOS VIENTOS

La Razón de unos Sueños Escondidos
(Dedicado a la musa de los vientos)

Una vez en el cielo, la luna comentó a las estrellas una historia que estas pequeñas escucharon con mucha atención. Se juntaron en las faldas de la Luna y vivieron esta pequeña historia que fueron ellas mismas quienes inspiraron a nacer.

Existieron en esta tierra muchos poetas y cantores de verbos; todos ellos ahora descansan junto a un caracol de sueños que queda al final de un pequeño camino, hecho de un viejo arco iris y que en su trayecto se encuentra un pequeño arbolito que invita a los poetas a descansar en sus sombras para hacerlos soñar y escribir historias en sus hojas que crecen para hacernos vivir. Una vez escritas, es el viento quien se lleva las hojas y un rayo las hace diminutas partículas de vida que llegan a la tierra y hacen que las personas tengan sueños de vida, dulces y llenos de fantasía.

Pero hubo un poeta que subió hasta la cima de este árbol y vio el rostro del amor de los hombres; vio también a una musa, a la primera que nació de los vientos. Sus ojos, impresionados, susurraron entre ellos, que en sus manos tejerían muchos versos y una canción que sólo los ángeles podrían escuchar… Pero esta musa tenía en su vida a un amor que le hacía soñar… Muy tarde para darse cuenta de su existencia. Tantas veces vivió en frente suyo y sólo cuando danzaba para el viento la pudo conocer.

No le importó aquello y quiso acercarse y decirle que tuvo un sueño y que tenía lo suficiente para crear castillos en nubes y luchar contra dragones; y todo ello, sólo para cantarle y edificarle un hermoso palacio de versos. Pero algo lo detuvo. Vio su vida y estaba llena de detalles, no era el único que le diría su inspiración, ya le habían dedicado versos y canciones, y ya sus sentidos escucharon el eco del “amor”.

Pensó el poeta y vio que muchos iban hacia ella diciendo lo linda que era, siempre las mismas palabras y todos buscaban estar con ella mas no hacerla soñar.
El poeta sonrió pues nadie le ofreció ir a escuchar historias que contaba la luna, nadie le importó lo que la musa tenía escondido en sus sueños; sólo seguían su lindo rostro y su delicada silueta más nadie se preguntaba si ella descubría estrellas en el firmamento y si cree en los sueños y en canciones que te hacen vivir…

Así aman los hombres- Le dijo una estrella cansada; sólo quieren satisfacer el amor que siente el corazón de sus ojos; pero se olvidan que nosotros vivimos de los sueños del amor, de los que aman y se detienen a ver las estrellas a pedir deseos y de los que cantan a la luna y esperan el amanecer junto a un abrazo del amor.

El poeta escuchó cada palabra y dio tres pasos hasta la musa y le dijo que el sabía soñar y con ello le haría una historia de amor. La musa sonrió y le dijo gracias pero el poeta vio en sus ojos que delataban a uno más que venía con la misma canción.
Entendió esto el poeta y fue hacia la luna y le pidió un consejo, el cual, ésta le dijo que el camino hacia ella sólo era mostrarle un retazo de sueños, uno de vientos que le hicieran recordar que siempre será una musa y no una chica que muchos buscarán por ser bonita.
Entendió esto el poeta que fue hasta el pequeño arbolito y desde ahí le escribió sus historias, siempre la observó distante y preparó un detalle muy especial. Uno que abrirá su corazón y le permitirá soñar para siempre descubriendo que eso le ayudará a encontrar el amor.
El poeta supo que después de eso debía partir, su misión era repartir sueños perdidos y dar vida a las musas y no amar como hombre sino como espíritu que dio vida a cada sueño de amor…
Epilogo de un poeta errante…

¿Y que pasó?... preguntó la más pequeña de las estrellas- ¿Dónde esta la musa? ¿El poeta?... ¿conocieron el amor? ¿Qué paso con ellos?… - La luna le tomó entre su brazos y le mostró una parte de la vida y vio a una musa feliz… ella soñaba y se detenía a mirar las estrellas y a formar figuras en las nubes y luchó por sus sueños y vive feliz junto a los que ella quiso y dio su amor. – ¿Y dónde está el poeta? – preguntó ansiosa la pequeña estrellita- No mires ahí – le dijo la luna dándole un tierno beso- El poeta ya terminó su misión de entregarle a la musa el secreto de saber soñar y luchar para ser feliz… ¿Lo vez?... Está y siempre ha estado junto a nosotras en ese caminito del arco iris…míralo a cumplido sus sueños de ser poeta y ahora duerme debajo de aquel arbolito que le abriga pues mañana ira en busca de una nueva canción.

“La misión de los poetas en este mundo, no es enamorar a las musas sino cantarles y escribirles las historias que siente en su corazón”

(Escrita el 03 de febrero del 2008 a las tres de la tarde luego de mostrarle unos sueños a la musa de los vientos)

(Setil de Bargam)