jueves, 2 de abril de 2009

CUENTO:

UN MITO DE CREACIÓN

¡Hermano! ¿Ya lo hiciste?... Espero que esta vez te haya salido bien. Ya has dado hasta tu imagen que lo han convertido en el afán de superar tus imitaciones que son ellos mismos. Porqué no me dejas ayudarte en tus intentos; mira que a mi me salió muy bien y los que me diste están maravillados pensando que aun son tuyos.
- ¡Ya lo hice!... Mira, no entiendo… Sale igual; todo va bien pero al ponerlo entre todos se vuelven a destruir. Fui ante ellos e intenté decirles que vayan al tuyo pero diciéndoles que era mío. ¿No quieres sentir lo que es estar ahí?... -
Está bien, lo haré… ¡Uhm!... ¡Pues sí!... ¡Vaya!... Mis manos están que intentan sacudir todo esto.

-¿Lo viste?, ¿qué sentiste hermano?-.

Me dio el placer de vivir en un hogar de nuestra casa, tanta variedad de flora y fauna, de misterios e inocencias. Pero más tuya como lo he visto, ¡Ay hermanito!, si que te pasas de veras.
Estábamos jugando como siempre en la parte trasera de nuestras casas; antes era el pulmón de toda tu creación, era la esperanza que cobijaría la sequedad del mundo, pero nadie hizo nada y sólo depredaron; lo dejaron como un caño sucio, fétido y horroroso; pero ahí jugábamos como era de costumbre, las últimas partes aun buenas que quedaban nos eran vetadas, prohibidas y sólo los que tenían el poder de la tierra lo usaban y eran dueños de lo que antes era nuestro. Era de noche. ¡Volviste a nacer ese día! ¡No aprendes! Pero ya que más daba; le diré a papá que te de una buena charla sobre como hacer esto. Te matas con lo mismo.

Con unos amigos jugábamos a reventar cohetes, ¡Ah!, me tomé la molestia de encerrar todo aquel lugar en una esfera verde.
Nos divertíamos jugando a eso, nos reíamos a carcajadas entre reventones y luces que se esparcían por todas partes. Todo iba muy bien, pero el olor era insoportable, por todos lados se veía el desastre, les fue dado lo mejor de la vida, tuvieron el agua dulce y lo tuvieron en abundancia y lo destruyeron, se pelearon por el y vi que llegó un día que desapareció, envejecían rápidamente y se quedaron sin animales y el hambre los rodeó después de haber tenido la abundancia. Lo que un día fue su sustento de vida, por sus actos e imprudencias lo cambiaron todo. No parecía ser parte de lo que un día creaste, la cara estaba linda, llena de avances tecnológicos pero con los pies malolientes; el agua era turbia, contaminada, y nadie hacía nada, yo estaba contagiado de hombre.

Sin darnos cuenta, el juego se volvía aburrido, monótono y parte de nosotros; pero de un momento a otro, vimos que una mujer se acercaba caminando entre la basura, era una loca que buscaba algo entre toda esa pestilencia. Dicen que era una vieja ideología que terminaron callándola por un tal corrupción. Estaba vestida de trapos viejos y pegado a su ropa estaban hojas de libros que le daban muy mal aspecto.
Al verla, ahí, tan ella, nos invadió la cultura, se nos ocurrió una idea que nos hizo disfrutar el momento. Con las avellanas que teníamos a la mano, quisimos hacer correr a esa loca. Le apuntábamos pero a pesar de que reventaban tan cerca de ella no nos hacía caso.

Nos reíamos a lo grande, pero en uno de esos reventones vacilantes, una de las avellanas le dio en el cuerpo y empezó a arder, se incendiaba ante nuestros ojos que se quedaron inmutados al presenciar nuestro ingenuo dictamen, un juicio social mientras que ella no decía nada, prefería buscar entre la basura; pero de rato en rato se miraba, pero seguía buscando.
Nadie decía nada, sólo observaban como si nada pasara. Nos mirábamos y no teníamos idea de que hacer. ¡Es sólo una loca! ¿Para qué?... Decían.
No me contuve, los miré y dicté, corrimos hacia el caño sin importar el mal olor y la suciedad. Con esa misma agua lodosa le echábamos al cuerpo hasta que la pudimos apagar, pero ella no dijo nada y siguió buscando.
La mirábamos sin cansarnos; luego de unas vueltas de mi reloj, nos miró y sonrió, y sin dejar de hacerlo nos dijo que había encontrado lo que andaba buscando. ¡Ayúdenme! ¡Caven! Que es aquí donde se encuentra la felicidad.
Todos se asombraron y no hicieron nada; yo lo entendí, los miré y dicté. Todos corrieron a sus casas para traer palas y escobas para limpiar el lugar.
Trabajamos juntos y luego de algunos esfuerzos, el olor se perdía y se marchaba llorando. Lo limpiamos todo, varios soles pasaron y no descansamos, pues los miraba, les sonreía y cantaba.

Cuando todo estuvo listo, limpio y nuevo, miramos a la mujer y le preguntamos por la felicidad… ¿Dónde estaba?...No veíamos nada más que tierra libre y no entendíamos lo que habíamos hecho.
La mujer loca, te miró haciendo muecas, se reía a carcajadas y abrazándonos nos dijo muy feliz… ¡Ya todo está para ser felices! Ahora sólo nos falta soñar. ¡Acuéstense! ¡Duerman! Que mañana será un buen día… ¡Sueñen! Que el trabajo ya está listo.
Miré a todos y dicté, nos pusimos a dormir en ese mismo lugar. Al despertar, nos dimos con la sorpresa de que todo era diferente, era soñado, bellísimo y tan nuestra casa, invadido por algo parecido a nuestras manos. ¿No fuiste tú verdad?
Recorrimos todo el lugar que se había extendido y roto mis barreras. Todo era felicidad, orden, armonía y no faltaba nada.

La mujer, había cambiado, era bellísima y estaba con un vestido blanco como el nuestro. Yo estaba muy satisfecho, salí a caminar entre los árboles, entre ramas y follajes, y lo que un día llamaron amazonas volvió a resurgir, llamado por el grito de sus hijos, de un niño que soñó decir: ¡Basta! y no contaminaron más…Vi que los animales salieron de sus agujeros y volvieron a vivir en paz, ya eran parte de nosotros.
Fue entonces que decidí volver, sin ese show como tú lo hiciste; pero cuando me proponía a hacerlo, un ingenuo lorito se acercó a mí y se olvidó de su felicidad. Comenzó a llorar y me abrazó pidiéndome que no me vaya…- No será lo mismo sin tus ojos que dictan - Me dijo el lorito resignado a seguir llorando.
Lo vi, era tuyo, no quise quedarme más, pues entendí que el destino iba a seguir, a seguir siendo hombres y nosotros la imagen de ellos.

MICHEL BARDALES GARCIA

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