Navegante de Destinos
(A una amiga que sabe soñar)
(A una amiga que sabe soñar)
Durante años he navegado por los siete océanos del destino
y he llevado siempre conmigo mi pequeño libro de historias;
de papeles blancos que en cada aventura
recrean cada huella que dejan los versos
que hoy son canciones que lleva el viento por allí…
Siempre he vivido al borde de mis aventuras
y sé canciones que me ayudan a llenar mi libro de sueños
y cada uno de ellos es una mirada distinta
y un final entre lagrimas que nos han enseñado a vivir.
Fui adornando los cielos de estrellas soñadoras
y desde mis olas que deja mi barco de papel
tejí un pequeño camino
que llevaba directamente a las faldas
de la Luna.
Pero hay momentos en mi historia
que termino perdido y me encuentro sin estrellas
que me ayuden a no caer;
termino enfermo lleno de soledad
y el naufragio es más duro
entre la multitud que me ve diferente
y me dicen que ya no hay amor.
Es en ese instante de incomprensiones
que termino sin alguien a quien escribir,
con mis hojas en blanco
e historias débiles que se quieren marchitar.
Pero la Luna es noble y gentil,
nunca deja a sus poetas caer en el olvido del destino,
y agitando sus velos
rompe mis naufragios
y me muestra una imagen que me hace escapar
de mi soledad.
Miré hacia la tierra
y vi unas huellas que crecían al borde
de un destino igual al mió.
La vi sentada observando
la diferencia de sus pasos
y escuchaba una canción dedicada a una princesa
que ella misma la tenía en sus ojos
por ser distinta a las demás.
Tres estrellas empujaron mi pequeño barco de papel
y la dejaron junto a una plaza
que estaba ansiosa por ser las manos
de esta historia que nacía de un lápiz aprendiz.
Aun no llegaba,
pues ella caminaba distinta entre los niños que no entendía,
y se sentía sola sin oídos que la escuchen
y sean parte de sus huellas
que terminen en una grata amistad.
No me fue difícil
entrar a sus ojos y conocer sus imágenes
pues entrando con tres pasos y una canción,
vi sus recuerdos desde los velos que dejaban sus sombras al caminar:
Sus oídos crecieron en canciones
que su hermano sin pensarlo
creó las huellas de un magnifico ser
que con el tiempo será portadora del don más noble
que es el soñar con una vida mejor.
Camina lenta en su silencio
pues tenía mucho que decir,
y en sus labios tenía mas que un libro de historias;
sino mas bien la cura de muchas que querían morir.
Creadora de imágenes y verbos
luchaba por dar la diferencia entre los ojos
que copiaban sus figuras
y las letras que tanto le gustaba realizar.
Pero era el momento de sobrevivir
y no dejar que las historias mueran
en el naufragio de la soledad.
fue entonces que unas canciones
amurallaron la soledad
y la trajeron a esta lejana plaza
de sueños e historias aun perdidas
por su mezquindad.
sentados sin conciencia del tiempo y el destino,
en un banco que miraba las estrellas,
escuché a sus ojos
y vi que era distinta a las demás flores que crecen en este mar.
Escuché cada paso suyo
y junté cada retazo de sus huellas
y con ellas reconstruí mi barco de papel,
y en su mástil de luz
se posaron dos lechuzas
que adornaron esa historia
con la misma sonrisa que me hizo salir
de mi soledad.
Sus palabras me curaron
cada herida que la soledad me había causado,
pues ya no estaba sólo
y la luna sonreía
pues me enseñó los pasos de una amiga
que estaba tan ansiosa como yo
de ir navegando por los destinos
en busca de más historias que contar.
Partimos y ya no había soledad,
no habían más pensamientos perdidos
pues ya encontramos una ruta precisa
que nos alejó del borde de las lejanías
pues esta vez habían estrellas
que nos guiarían en nuestro andar.
… En sus labios navegaría mejor.
*****
(Inspirado en la canción “Pastillas” de Daniel F del álbum tres en zona 103)
(Escrita el 05 de febrero del 2008 acompañado de una amiga que me hizo alejar de la soledad)
(Setil de Bargam)
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